viernes, 28 de junio de 2019

FISCHERIANISMO


Las epopeyas son registradas en los anales históricos, replegadas en los siglos, vaticinando nuevos héroes o nuevos ganadores. Creo que los tiempos son termómetros agudizados que toman consigo las aristas que han resistido los empellones entre sistemáticos y comúnmente devenires misceláneos.
En esta obra, la actuación del personaje (Mcguire), no menosprecia las líneas originales a quién hace honor, o se dan  muy bien el encuentro de lo esperado (aunque, estuve detectivesco, al verlo desempeñar ese papel) y de todas sus manías, todas sus objeciones cuestionables, sus posturas irrefrenables, su ego-sulfuración espontánea, sus paranoicos encuentros consigo mismo, todo es un espejo bien ilustrado de su rastro hacía la conquista de su preciada meta de ser el número uno. El ganador, ante cualquier sacrificio, arriesgándolo todo, hasta su propia cordura en cada juego, en cada movimiento; todo un gran reto, todo un puesta a prueba de su maravillosa forma de ver, casí fotográficamente, muchos movimientos anticipados de sus piezas fundamentales.